Si bien hay que felicitarse de que el Estado, a través del premier Del Castillo, decidiera por fin asumir su rol de mediador y entrara de lleno a arbitrar el problema existente entre la Minera Yanacocha y la comunidad de Combayo, también hay que recordar que esta intervención es tardía –el conflicto dura casi un mes y se originó en la muerte no aclarada del comunero Isidro Llanos– y no ha tocado los temas de fondo.
Tiene de positivo el haber logrado que ambas partes depusieran actitudes extremas, pues los pobladores han aceptado desbloquear la carretera, en tanto que Yanacocha retiró su amenaza de cierre de actividades, pero todo queda en manos de la comisión que se instalará el domingo en Cajamarca, presidida por Del Castillo e integrada por los ministros de Energía y Minas, Agricultura, Salud, Producción y Economía y Finanzas, así como delegados del Inrena y la Defensoría.
Allí se verá si la empresa minera está dispuesta a acoger la principal exigencia de los comuneros, que es el monitoreo de los afluentes del río Azufre y la construcción de una represa, pendientes desde noviembre de 2005. También, ciertamente, la confección de una agenda en beneficio de esta población empobrecida, cuyas malas relaciones con Yanacocha derivan de su sospecha de que el agua que necesita está siendo contaminada y de lo poco que la mina ha significado para ellos, que alegan que de 7,000 comuneros apenas 63 han logrado empleo desde su instalación en Cajamarca.
Es verdad que los propios campesinos niegan que estén buscando trabajo. Como bien explica José López Follegatti, coordinador del grupo Diálogo Minero, en Cajamarca el tema de fondo se sintetiza en la palabra agua, un bien escaso en la región y que depende de complejos sistemas ecológicos que los habitantes de esta región tradicionalmente agrícola y ganadera sienten amenazado por el avance de la actividad minera. Basta recordar que hace unos años Yanacocha tuvo que renunciar a sus prospecciones sobre el cerro Quillish debido a la resistencia de la población.
En este sentido, la comisión ad hoc del Ejecutivo no la tendrá fácil, pues no podrá contentar a ambas partes. Pero deberá convencer a Yanacocha de que la única manera de mejorar su imagen es gravitando mucho más en la vida de Cajamarca a través de una cadena de obras que no solo se traduzcan en más puestos de trabajo, sino en la construcción de diques y represas que satisfaga las necesidades locales. Satanizar al padre Marcos Arana, defecto en que han incurrido hasta algunos ministros, a nada conduce.
Por otro lado, y de cara a la estrategia que deberá acordar el Ejecutivo frente a otros conflictos entre mineras y población que se encuentran pendientes, la formación de un Consejo Nacional de Concertación Minera es imprescindible. De lo contrario, las tareas de mediación caerán una y otra vez sobre los ministros y, si por ventura siguen quedando insatisfechas las partes, sobre el propio presidente AGP.
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