La medida tiene como uno de sus objetivos evitar la deforestación del ecosistema. Anualmente se pierden 7 mil hectáreas de bosques
(Andina).- A través de una ordenanza y con el fin de evitar su deforestación, el Gobierno Regional de Lambayeque declaró en situación de emergencia por dos años los bosques secos del departamento, que constituyen un ecosistema singular altamente amenazado.
Según el estudio Proyecto Algarrobo, realizado en 1997, el ritmo de deforestación de los bosques de Lambayeque es de un aproximado de 7 mil hectáreas por año.
Los bosques secos se encuentran sometidos a un proceso de explotación permanente por una creciente demanda de carbón y leña con fines comerciales, a lo cual se suman pobladores que, en su afán de obtener ingresos para subsistir, recurren a prácticas inconvenientes caracterizadas por la tala, rozo y quema, sin tomar en cuenta la capacidad y recuperación de los bosques.
La situación pone en riesgo la importante biodiversidad de flora y fauna que alberga, entre las que se distinguen plantas como el algarrobo, el faique, el palo santo, el hualtaco, el sapote y el guayacán, y animales como la pava aliblanca, la cortarrama, la urraca coliblanca y el oso de anteojos, entre otras especies.
Entre los efectos negativos figuran desequilibrio ecológico, alteración del medio ambiente con pérdida irreparable del suelo, extinción de especies y, finalmente, un estado de pobreza cada vez más acentuado entre la población local.
A fin de enfrentar la problemática, la ordenanza dispuso la suspensión por dos años del otorgamiento de nuevas autorizaciones de Planes Generales de Manejo Forestal, incluidas las ya aprobadas y en proceso de ejecución, hasta que la Autoridad Forestal y de Fauna Silvestre y el gobierno regional hayan establecido la clasificación oficial de los bosques secos.
Según el estudio Proyecto Algarrobo, realizado en 1997, el ritmo de deforestación de los bosques de Lambayeque es de un aproximado de 7 mil hectáreas por año.
Los bosques secos se encuentran sometidos a un proceso de explotación permanente por una creciente demanda de carbón y leña con fines comerciales, a lo cual se suman pobladores que, en su afán de obtener ingresos para subsistir, recurren a prácticas inconvenientes caracterizadas por la tala, rozo y quema, sin tomar en cuenta la capacidad y recuperación de los bosques.
La situación pone en riesgo la importante biodiversidad de flora y fauna que alberga, entre las que se distinguen plantas como el algarrobo, el faique, el palo santo, el hualtaco, el sapote y el guayacán, y animales como la pava aliblanca, la cortarrama, la urraca coliblanca y el oso de anteojos, entre otras especies.
Entre los efectos negativos figuran desequilibrio ecológico, alteración del medio ambiente con pérdida irreparable del suelo, extinción de especies y, finalmente, un estado de pobreza cada vez más acentuado entre la población local.
A fin de enfrentar la problemática, la ordenanza dispuso la suspensión por dos años del otorgamiento de nuevas autorizaciones de Planes Generales de Manejo Forestal, incluidas las ya aprobadas y en proceso de ejecución, hasta que la Autoridad Forestal y de Fauna Silvestre y el gobierno regional hayan establecido la clasificación oficial de los bosques secos.